Evasión...

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¿Será por siempre el Rock un marginal en Chile?

viernes, 13 de julio de 2012

A Nelson Schwenke, tardíamente

Como más o menos dijo una vez el pianista chileno Valentín Trujillo, a propósito del fallecimiento de otro valuarte nacional como fue su amigo, el gran cantante Antonio Prieto, en este país sin identidad se encuentran dobles de Camilo Sesto a la vuelta de la esquina, pero nunca encontraremos dobles de Antonio Prieto.

Parafraseando al "Tío Valentín", en una cultura como la nuestra, es habitual que no pocas maravillas musicales o de otras disciplinas artísticas pasen inadvertidas para el grueso del público, y mucho más cuando se trata de una economía centralizada y focalizada en una gran capital, dejando en el olvido más injusto a las provincias y zonas rurales, teniendo siempre más suerte aquellos que se arman del coraje para irse a probar suerte a Santiago e incluso mucho mejor para los que prueban en otros países, como México o Argentina.
Otros, en cambio, son felices aparentemente disfrutando de una mezcolanza entre el estrellato y un cuasi anonimato, viviendo de un trabajo paralelo para el diario vivir, y haciendo música para muchos popular, pero siendo descubiertos por algunos otros de forma algo tardía...
Entre esos "algunos otros", estoy yo.
Desde pequeño veía los anuncios de conciertos donde participaban, entre otros, el dúo Schwenke y Nilo. Debido a sus exóticos apellidos y mis propios prejuicios, supuse que se trataba de algún conjunto extranjero, y como en las radios que habitualmente se escuchaban en casa (supongo que también por miedo, debido al clima de inseguridad que reinaba en la época del dictador Pinochet) no se tocaba música con "compromiso social", como la llaman algunos, nunca supe hasta varios años más tarde que dicho conjunto era chileno y de la Región de Valdivia.
Con la llegada de la democracia, conocí y disfruté algunas propuestas clásicas de la "canción de autor" y el canto popular, como Illapu, que es hoy uno de mis conjuntos no rockeros favoritos, y algunas canciones de Víctor Jara y Violeta Parra. Y algunos extranjeros, como Silvio Rodríguez, Víctor Heredia y Luis Eduardo Aute. Pero las canciones de Schwenke y Nilo tenían un tinte más característico: eran las canciones que servían de desahogo a las provincias olvidadas del sur, abandonadas por la economía nacional que centraba su interés únicamente en la zona central, y entre otras cosas, a mi juicio personal, ahí estaba la clave que definiría su discurso: la defensa y la reivindicación de una causa que efectivamente les atañía. Podríamos decir que eran la voz de una causa legítima y personal, lejos de cualquier falsa solidaridad surgida desde el oportunismo con fines mediáticos o políticos.
Fue por eso, en un afán de prestar atención a la otra historia de Chile, esa que transcurría fuera de la Región Metropolitana, que dí una oportunidad a este dúo en mi vida, habiendo pasado casi dos décadas desde la salida de su primer disco "Schwenke y Nilo, Volumen 1", en 1983. Y nunca me arrepentiré de ello. Fue como reparar tardíamente en una parte crucial de esa historia musical chilena que siempre he procurado difundir para que persista y obligue a mi gente a volver el rostro hacia ella, para que no muera en el anonimato o en el olvido.
Y  así me fui maravillando con la cálida voz de este antropólogo, su colega profesor de música y las profundas y reflexivas letras que fluían de ellos, prefiriendo presentarse en lugares pequeños e intimistas, donde la gente reparara más en lo que escuchaba antes que en la adrenalina generada por un público enardecido.
 Incluso tuve más de una oportunidad de verlos en vivo, lo que preferí posponer por atender otros compromisos, cosa de la que hoy, como es de suponerse, me arrepiento.
 
Y debido a mi tardanza en sumergirme en la aventura de apreciar a éste dúo, es que ahora, tras la partida de Nelson Schwenke, siento que dicha aventura quedó inconclusa. Su socio Marcelo Nilo sin duda podrá continuar con el canto que reivindicó al otro Chile, pero de igual modo la sensación de gusto a poco persiste en mí. Por eso dedico estas líneas a este músico, con dos semanas de retraso, al igual como con retraso inicié mi descubrimiento personal de este conjunto valdiviano.


Es como dijo el propio Camilo Sesto, "como un regalo llegaste a mí, y sin abrirlo siquiera, te perdí"...


 Y en lugar de despedir a Nelson Schwenke grabando una canción suya y subiéndola a la red, quizá por miedo a que se interprete como otra muestra de amor a mí mismo, como dice él mismo en su tema "El Viaje", simplemente opto por agradecerle mediante este escrito su paso por nuestro país y por nuestra cultura, "por nuestra historia, por los conceptos, por el paisaje...".