Evasión...

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¿Será por siempre el Rock un marginal en Chile?

miércoles, 27 de febrero de 2008

Sobre Viña 2008. Una opinión muy, muy personal...

Bueno, primero que todo, reitero que no pretendo convertirme en crítico de espectáculos ni menos indicar a mis lectores(ojalá todos comenten) qué deben tomar por bueno o no. Tan sólo quiero comentar mis impresiones respecto a este evento anual que podría enriquecer un poco más nuestra cultura de no ser por cómo vamos distorsionando el sentido de un Festival de la Canción reconocido a nivel latinoamericano.

Parto primero por decirles lo triste que es que, mientras el origen de este evento está en la competencia de unas cuantas canciones representantes de distintas culturas, cuya muestra es amenizada con la participación de estrellas reconocidas a nivel nacional o internacional, los medios de comunicación orienten la atención de los espectadores a cosas como la elección de la reina (como han de saber, en sus inicios esta elección era sólo entre las estrellas femeninas que se presentaban en el escenario de la Quinta Vergara), el vestido que se robará la película en la gala o si la animadora se dará el beso o no con su compañero. Una pena, es una de las pocas oportunidades que tiene la televisión hoy en día de dejarnos un resquicio de cultura y ella misma se encarga de estropearlo todo. De atornillar al revés.

Ahora, mis comentarios sobre la competencia.

Personalmente me alegra el triunfo de Italia. La música italiana siempre ha significado mucho para mí, y saber que una nación muy desarrollada en lo que a expresión musical respecta tiene el debido reconocimiento a su dedicación y consecuente talento no deja de gustarme.

En cuanto a las muchachitas de Vanilla Ninja, representantes de Estonia, es una pena que todavía en un festival se clasifique por la presencia física en la competencia. No discuto la belleza de las intérpretes, pero es prácticamente el mismo caso del representante de España en Viña 2005. Supongo que recuerdan a Javier Estrada, el galán que con su llamativa presencia y mediante la rotura de su camisa cautivó a las mujeres presentes en la Quinta y se llevó el premio a la Mejor Canción. Mención especial merece que después el hombre haya sido invitado a un Reality Show de "famosos" meses más tarde, pero esa es otra historia. Si le salió fácil hacerse de fama, bien por él, pero no dejemos que la apariencia física nos quite objetividad al momento de juzgar lo que importa, en este caso la canción. Si bien encuentro guapísima a Nelly Furtado, con toda su naturalidad (no necesita de ese pelo rubio para lucir bien) y femineidad, no me compro discos suyos, porque personalmente no gusto de su música (como no ví su concierto en Viña tampoco, me abstengo de opinar al respecto), con todo el respeto que me merecen sus admiradores.

Llegó el momento, el comentario sobre los artistas presentados (los que sí ví):

Miguel Bosé, la leyenda exhausta: Bueno, nadie puede discutir el magnetismo personal de este referente de la cultura pop europea. Tiene fama heredada de sus padres (padre torero y madre cantante), dinero, una carrera de treinta años en la que casi no ha sabido de fracasos comerciales y por último, un atractivo físico para las chicas, que se niega a morir con el paso de los años y que incluso yo le envidio al tipo (una broma). Pero por favor, nadie se ofenda si les digo que personalmente nunca me ha gustado como cantante. Creo yo que el secreto del éxito de este cincuentón galán español está en su demostrada inteligencia. Desde sus inicios en 1977 que se ha hecho asesorar por los mejores productores discográficos de la industria y ha recibido la colaboración de los más vendedores compositores de música popular a nivel internacional(entre ellos, Juan Carlos Calderón, Nacho Cano y José Luis Perales). Y claro, ayudado también por sus recursos personales antes mentados. Y en cuanto a su presentación, creo que mi opinión no difiere de quienes lo vieron mejor que yo, en el propio escenario: Miguel, sé que estás lejos de visitar mi blog, pero por favor, si vuelves a Chile, decisión que al menos la mitad de este país aplaudirá (mi vieja, mis amigas y mis ex novias estarán ansiosas de verte), descansa unas horas antes de cantar cualquier cosa. Era evidente la fatiga que sufrías esa noche de apertura, y tu consecuente poca entrega no hizo sino decepcionar a los que esperaban una actuación al nivel de tu primera visita en 1981.

Journey, los duros románticos: No somos pocos los que extrañamos a Steve Perry, legendario y talentoso vocalista de la banda norteamericana. Pero no puede discutirse la calidad del concierto ofrecido la segunda noche. Arnel Pineda mojó la camiseta y demostró que podía llenar los zapatos de Perry con su vozarrón y energía. Y Deen Castronovo, el baterista que les acompaña desde 1998, nos enseñó también por qué sustituye hasta hoy a Steve Smith. Felicitaciones. Y viva el rock.

Peter Frampton, el experimentado veterano: Quizá uno de mis números favoritos de esta edición. Es respetable que algunos consideren que escogió mal el orden de las canciones (parece que a muchos les gusta todavía la fórmula de dejar lo más esperado para cuando regreses al escenario a recibir tus premios), quizás un final más potente hubiera sido bienvenido. Pero no se puede negar que, musicalmente...Dios, ¡hizo hablar a su guitarra! Una técnica y una expresividad que yo, como guitarrista, deseo más que cualquier otra cosa. Muchos prejuiciosos se esperaban a un Frampton disminuido, que la irrespetuosa Quinta expulsaría a los pocos minutos. Pero él, con su pericia instrumental, su voz bien conservada y la increíble banda que le acompaña (a la que acostumbra a dar espacio para que se luzcan también sus cuatro integrantes), estuvo decididamente soberbio y dejó en claro que el espectro de genios de la guitarra no se limita a Vai y Satriani, los únicos dos guitarristas que esta generación amante de la velocidad en la ejecución parece conocer (con todo el respeto y admiración que siento por ambos). Y vaya que lo demostró. Dos antorchas y la merecida Gaviota de Plata para un inglés que cautivó a una audiencia que no era exactamente la suya y que en su mayoría esperaba al gran Giolito y Su Combo. Acuérdense, pasará mucho tiempo antes de que Viña traiga nuevamente a un guitarrista de este calibre(sin desmerecer a Neal Schon, por supuesto), así que espero lo hayan disfrutado tanto como yo.

Marco Antonio Solís, la promesa cumplida: Considero una estupidez encasillar a un artista de acuerdo al estrato social en que más sea oído. Por lo tanto, me es tonto que los siúticos paltones consideren al ídolo popular mexicano como un número para gente que catalogan de "ordinaria" sólo por tener menos recursos materiales. La música es una sola. Personalmente no soy fanático de Marco Antonio Solís, pero sé distinguir lo que es justo. Y una muestra de justicia es reconocer que este señor Solís entregó lo que sus admiradores (y sobre todo admiradoras) se esperan cada vez que lo ven en directo: una actuación donde la entrega es notoria, se luce y esfuerza por demostrar que su talento no es un fenómeno de laboratorio y que es capaz de reproducir en directo sus canciones con la misma calidad que en sus discos. Todo ello acompañado de la sencillez y caballerosidad a la que nos tiene tan acostumbrados. Grande.

Y eso pues, nada muy trascendente por esta vez, estoy disfrutando lo que me queda de vacaciones y estoy flojo para pensar, ja ja. No se preocupen, volverán mis notas más cabezonas cuando menos se lo esperen

Suyo Afectísimo,
Isaac Taladriz